Compradoras Compulsivas ¿Amor Por La Moda O Trastorno Psicológico?
Hace no mucho tiempo las empresas implementaron en sus productos una especie de caducidad tras notar que fabricar cosas de calidad no rendía mucho, pues las personas que compraban, por ejemplo, un foco de buena calidad que podía durar por meses e incluso años, no regresaban a la tienda por otro en mucho tiempo, provocando más egresos que ingresos. Desesperados pensando en nuevas maneras de obtener ganancias superiores, los fabricantes se dieron cuenta de que productos de corta duración son igual a compradores frecuentes, creando una nueva era de compradores frecuentes.
Se dice que “el que compra barato compra a cada rato” y muchas veces el comprar productos de baja calidad es la razón por la cual las personas se arremolinan en las tiendas a la espera del nuevo producto, pero en muchas otras ocasiones las personas que viven en los centros comerciales o súper mercados no están esperando reponer un artículo de mala calidad, sino que están poniendo en evidencia algo más profundo.
Para algunas personas comprar es una especie de deporte; les hace sentir emocionados, liberados y contentos, es cuando -como las personas que aman el deporte- buscan repetir una vez tras otra ése momento clave en el que se sintieron plenos y llenos de goce: el consumo compulsivo.
El hacer compras de objetos que no necesitamos, guiados solamente por el mero impulso del momento, es considerado por muchos estudiosos del comportamiento como una patología, pues buscan en la emoción de la compra otro tipo de emociones que les hacen falta en diferentes aspectos de la vida. En muchas ocasiones el comprador compulsivo se identifica de sobremanera con una marca o producto por las emociones o vínculos que le hacen regresar a algún momento de la vida en la que se sintieron emocionalmente completos; otras veces es la pura emoción y reacción neurológica que se liga con la sensación de adquirir nuevos productos.
En el mundo actual, el poder adquisitivo otorga diferentes tipos poder a quien lo tiene no solamente por el comprar lo que se le venga en gana, sino que las modas y las grandes empresas determinan qué producto va a significar algo para quienes lo tienen: los va a colocar en un lugar específico de la estratificación social. Esto no solamente es una investidura por parte del propietario, sino por parte de quienes comparten la cotidianeidad con él; es así que muchas veces las personas proyectan a través de un objeto alguna falta emocional ya sea la atención especial o la sensación de poseer un artículo supuestamente exclusivo.
Así también existen personas que en dicha facilidad de adquirir lo que quieran en el momento en el que lo quieren proyectan la necesidad de controlar aspectos de sus vidas, “unos por otros” controlando aspectos materiales nimios y banales a cambio de no tener control sobre sus vidas emocionales o sus relaciones interpersonales.
La compra compulsiva puede hacer las veces de compañero de vida o de emociones y logros personales, sin embargo en la actualidad los compradores compulsivos tienen la mancuerna perfecta que es tanto la obsolescencia programada como la inquietante velocidad con la que los nuevos modelos de un objeto totalmente funcional salen a la venta.
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